Punto de Encuentro

Deterioro Moral sin Límites

El actual Congreso no deja de sorprendernos. Su capacidad para generar escándalos parece infinita y la incapacidad para solucionarlos también. Cuando un Congreso entra en una espiral de desencuentros, ilícitos o irregularidades pierde legitimidad. En algunos casos el reconocimiento de la falta y el pudor político han llevado al Parlamento a autosancionarse mediante la vía de la reducción del mandato parlamentario. Es lo que sucedió con el Congreso elegido en el año 2000. Consciente de los ilícitos destapados con los vladivideos (congresistas y altos funcionarios del Estado recibiendo miles de dólares en las oficinas del Servicio de Inteligencia Nacional que controlaba Vladimiro Montesinos), el Congreso avergonzado y consciente que su permanencia le haría daño a la moral pública, limitó su mandato. Una decena de congresistas “comprados” y una mayoría absoluta consecuencia de esa compra fueron el detonante del cambio. Este fue posible porque había un puñado de parlamentarios decentes, con vergüenza cívica y patriótica, conscientes del rol que ante la Historia tienen que jugar en una coyuntura como esta. Personajes como Carlos Ferrero, Valentín Paniagua, Daniel Estrada, Javier Diez Canseco no habrían podido convivir al lado de sinvergüenzas o delincuentes. Impulsaron la reducción del mandato y lo lograron. Escucharon el reclamo popular y corrigieron el escándalo.

Lo mismo no sucede en la actualidad. Convivimos con un Congreso que es peligroso para la salud moral del país. Sujetos acusados de ser comprados por dinero o por obras corruptas, otros acusados de quitarles el sueldos a sus trabajadores, protagonistas de allanamientos de oficinas, con cero nivel de representatividad, personajillos vulgares que en la búsqueda de un poco de popularidad protagonizan espectáculos penosos en los que insultan y agravian al propio Congreso, individuos que han hecho de la mentira una forma natural de hacer política es lo que tenemos hoy con poquísimas excepciones. Todo esto sería suficiente para que un puñado de parlamentarios impulse la reducción de mandato, obligados por la incapacidad de convivir políticamente con gente de comportamiento repulsivo e incorrecto. Pero ese puñado, a diferencia del año 2000, simplemente no existe. Más bien están unidos como un puño en la idea de quedarse hasta el año 2026 sin importar los incalculables daños que le están haciendo al país.

En los últimos días ha salido el caso de la congresista Digna Calle. Una parlamentaria que desde enero de este año no asiste a los plenos y vota en forma virtual. Sus colegas dicen que no pueden sancionarla porque el Reglamento no es claro en ello. Sus colegas no leen las funciones de un parlamentario en la Constitución ni tienen idea de lo que es el juicio político o la falta ética y la falta de dignidad para ocupar un cargo. Lo más seguro es la Congresista Calle siga haciendo lo que le de la gana. Con este Congreso el deterioro moral no tiene límites.

 

Juan Sheput

 

Lima, 1 de junio del 2023.

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