Punto de Encuentro

Sometimiento de los políticos a poderes extranjeros

                                          Por: Beatriz Mejía Mori

Lo peruanos en su mayoría tienden a valorar a los extranjeros por encima de sus compatriotas, cuando llegan al poder esto se traduce en un fácil sometimiento a los organismos internacionales y a los grupos de poder extranjeros que vienen al Perú a hacer negocios, que les da una sensación escondida de orgullo por haber llegado a ese nivel de roce internacional por ser autoridad pública.

Cuando se revelan los contratos lesivos a los intereses nacionales que han suscrito los gobernantes en diferentes etapas de nuestra historia, no sólo se puede comprobar graves casos de corrupción, sino que ha mediado esa actitud de valoración superlativa de los extranjeros, que los perciben además como protectores en caso de ser descubiertos, y un profundo desprecio, casi inconsciente de los peruanos, que perciben como incapaces de darse cuenta de sus delitos, y de hacerlo, siempre pueden influenciar irregularmente la administración de Justicia para salir absueltos o hacer que los casos prescriban con abogados expertos en impunidad.

Ver a varios congresistas rasgarse las vestiduras por el Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre las violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos manifestantes de una protesta reciente, calificando esto como trasgresión a nuestra soberanía nacional; en tanto, estos mismos congresistas son los diligencieros legislativos de la ejecución de la agenda de dominación 2030, destinada a convertir al Perú en gobernación del gobierno mundial de la ONU, usada como pantalla del gobierno de la élite mundial que controla la economía del mundo, es revelador que la fórmula: supervaloración extranjera y desprecio nacional se practica una vez más, y que los tentáculos de la corrupción internacional no sólo alcanzan al Poder Ejecutivo sino que se extienden a todas las autoridades que necesitan comprometer para lograr sus fines de imposición de un sistema de gobierno mundial sin la oposición del liderazgo político, empresarial o intelectual del país.

De esto no se salvan izquierdistas, centristas, ni derechistas, que apenas asumen el poder se olvidan de sus postulados ideológicos para someterse a los planes, políticas y directrices de los organismos internacionales, que en materia económica usan a la OCDE, que con apariencia técnica está manejando la economía de las naciones que creen así poder alcanzar su ingreso a este “Club de París”, en tanto las despojan de su patrimonio y riquezas naturales a través de convenios como los de “Trato Privilegiado de Empresas Transnacionales”, o presionan reformas constitucionales como la de 1993 en Perú, para tomar dominio de las actividades económicas de la nación a través de sus corporaciones.

Salir de este entrampamiento que subyuga al Perú a poderes extranjeros con el riesgo del sometimiento absoluto a la dictadura mundial de esta élite de corrupción, requiere hombres y mujeres capaces de ver las cosas como son y de enfrentarlas con un valor moral y espiritual superior, que es lo único que los puede hacer invulnerables a las tentaciones de esta gigantesca corrupción o a sus amenazas.

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