Por Roberto Rendón Vásquez
Cada vez más, en los últimos lustros, se evidencian confrontaciones generalmente entre políticos, autoridades y “personalidades” que generan diversas inestabilidades en el país. Estando al tiempo (momento) en que vivimos la población nacional siente que se incumple la defensa, seguridad, estabilidad y derechos establecidos en los tres primeros artículos de nuestra vigente Constitución.
La confrontación es enfrentamiento entre fuerzas opuestas que se producen cuando sus actores pretenden obtener “un resultado” (derrota del confrontado). Si persisten, generan el riesgo que sobrevenga la inseguridad en personas, colectividad y/o la sociedad aumentando la inminencia de daños que podrían llegar a un desastre o catástrofe.
Ya, diariamente, medios informativos no pueden ocultar las persistentes confrontaciones entre políticos electos en el Legislativo, Ejecutivo o los nombrados – o designados – para el Judicial al que se suman los del Ministerio Público. También el de funcionarios designados o nombrados, agregándose las de “organizaciones” políticas o “personalidades”. Cada quien hace públicas “las deficiencias” y/o intenciones de/l otro/s. El resultado es que los problemas nacionales no se solucionan y/o se producen nuevos perjuicios para la ciudadanía, regiones y el país.
Iniciemos por los electos congresistas por sus “organizaciones” políticas que los postularon. Llegaron al Congreso y se han y/o están confrontando entre ellos e incrementando “las bancadas”. Sigamos: Esas “bancadas” – que dicen representan a “organizaciones” o “por propia iniciativa” – inician las confrontaciones con al Presidente de la República y/o los “nombrados” ministros o designados funcionarios públicos y estos públicamente responden dando a conocer “las irresponsabilidades” de congresistas. Los magistrados fiscales y/o jueces, sin dejar de confrontarse entre ellos, inician actos, denuncias, procesos, etc. contra “algunos” congresistas o miembros del Poder Ejecutivo. Siguen sus “confrontaciones” porque no solamente se responden unos a otros, sino que agregan mucho más “para defenderse”.
Estamos camino al desastre y una catástrofe para el pueblo. Mientras los citados evidencian sus confrontaciones (y al parecer se consideran populares o “aspiran” a ser reelectos) no se resuelven en lo fundamental los problemas nacionales que agobian a las comunidades, las familias y las personas. Persisten la ineficacia de los servicios de salud, educación, trabajo, seguridad (en especial contra la delincuencia), transportes públicos, dilaciones en procesos judiciales, ineficacia de fiscales, falta de prevención de los frecuentes fenómenos naturales (Sequias, fenómenos del Niño y/o la Niña, inundaciones, sismos, incendios forestales, etc.).
Estos problemas persisten no obstante los pedidos, movilizaciones y protestas públicas de la población. Los nombrados políticos, funcionarios, magistrados, pareciera que son ciegos y sordos. ¡Pero realmente demuestran que son ineficientes!