Rafael Rodríguez Campos
El pasado 18 de noviembre partió hacia la eternidad el destacado músico y guitarrista cajamarquino Abel Velásquez Zavaleta. Su partida representa una gran pérdida para la música y cultura de nuestro Perú por la notable trayectoria y aportes que durante su vida le brindó a la música de nuestro país rescatando los acordes más sublimes de nuestro ande y el espíritu mágico de nuestro pueblo.
En esa línea, hoy, a manera de homenaje póstumo, quiero escribir sobre Abel no como el amigo entrañable y bueno que siempre fue. Hoy, quiero recordarlo como ese talentoso músico y guitarrista que con gran esfuerzo, responsabilidad y virtuosismo supo llevar por el mundo su arte dando a conocer en Europa, por ejemplo, las hermosas partituras que interpretadas por su genial guitarra hacían estrujar el corazón de quienes estando lejos de nuestro país se permitían -por un instante- sentirse cerca gracias a los huaynos, cashuas y yaravíes que solo nuestro “Cholo Abel”, como cariñosamente lo llamamos sus amigos, sabía interpretar con su guitarra.
Pajarillo Cautivo
Al respecto, quiero recordar la emoción con la que nuestro Cholo Abel, allá por el año 2009, nos comentaba que estaba próxima la fecha en la que su primer disco “Pajarillo Cautivo” (2009) estaría a la venta, invitándonos a participar en las primeras presentaciones del mismo. Yo, cajamarquino de nacimiento, nunca deje de asistir a estas veladas en Lima. Primero, porque el talento de nuestro Cholo Abel garantizaba siempre un espectáculo cultural de la más alta calidad. Segundo, porque siempre me pareció increíble que ese maravilloso guitarrista que era capaz de poner de pie a todos los asistentes en un recinto era el mismo que con nobleza y humildad había interpretado el huayno “Profesorita” del maestro Wilfredo Quintana, el último sábado en mi casa, a pedido de mi madre, profesora de educación primaria en una escuela pública de la gran Lima, a la que siempre llamó cariñosamente tiita.
Amor y respeto por la música peruana
En esa línea, nuestro Cholo Abel, como se lee en la contratapa de “Pajarillo Cautivo” (2009), nos decía que el disco era el resultado del esfuerzo, dedicación y sobre todo del gran amor y respeto que él sentía por la música peruana, música que había cultivado desde su niñez, tocando diversos instrumentos andinos hasta llegar a la guitarra que despertó en él un interés único y fascinante al punto de elegirla como el maravilloso instrumento que lo acompañaría todos los días de su vida. Y así fue, pues su guitarra ahora duerme a su lado y lo acompañará por siempre en su sueño eterno.
Hablan los especialistas
Sobre el trabajo de nuestro Cholo Abel, permítanme recordar lo dicho por la musicóloga piurana Rosa Elena Vásquez Rodríguez, más conocida como Chalena Vásquez: “Con el lenguaje compartido de la técnica guitarrística, un repertorio muy bien elegido e interpretado con sentida claridad, Abel Velásquez logra la calidad que honra a sus propios maestros: Raúl García Zárate y Mario Orozco”.
A su turno, sobre nuestro Cholo Abel, el gran concertista de guitarra Odony Marcos Orozco Cáceres -ya en 2009- decía lo siguiente: “Sin duda, Abel es un joven inquieto por alcanzar, mediante el estudio, un cielo como ejecutante y músico. No obstante aquello, su preciosa esencia folklórica permanece pura. Dotado de un espíritu telúrico que su tierra amamantó desde niño, se esparce rebasando límites más allá del horizonte de sus dedos y región. Abel entreteje así un alto sueño universal de peruanidad. Como muestra de ello pasa de un carnaval a una marinera; del valse al huayno, sin ningún puente o complejo regionalista”.
En esa misma línea, el internacionalmente conocido guitarrista y concertista Ross Thompson también reconoció el virtuosismo de nuestro Cholo Abel en los siguientes términos: “Abel Velásquez representa una nueva generación de virtuosos del Perú. Un gran intérprete, dibuja un sonido en la guitarra que desde mi perspectiva evoca los andes y el espíritu de este maravilloso país. La interpretación de Abel es precisa, rítmica y llena de fuerza”.
Estudioso e investigador
Ahora bien, y más allá de lo expuesto por los especialistas, lo cierto es que nuestro Cholo Abel dedicó su vida a la difusión de la música tradicional peruana (haciendo énfasis en la cashua y carnaval cajamarquino). Además de ello, es importante destacar que nuestro Cholo Abel se formó en el Conservatorio de Música del Perú y además cursó una maestría en guitarra clásica en la Universidad de Alicante (España). Luego, también destacó por su labor docente y de investigación, siendo uno de sus logros más importantes la transcripción del “Códice Trujillo del Perú 1788” para guitarra, tarea que constituye un hito en la historia de la preservación del patrimonio musical barroco del Perú.
Su legado
Además, nuestro Cholo Abel no solo incursionó en el mundo de la docencia e investigación sino también publicó un libro y un disco dedicado a la guitarra cajamarquina, promoviendo la música de nuestra tierra natal a nivel nacional e internacional. Así, los conciertos en Europa son el más claro testimonio de ello, consolidándose como uno de los grandes cultores de las tradiciones musicales peruanas.
Cabe precisar que nos estamos refiriendo a su libro “Guitarra Cajamarquina de Concierto” (2017), un libro considerado como pionero en el ámbito de la música tradicional cajamarquina. Se trata de una obra que necesitó de un cuidadoso proceso de investigación que llevó a nuestro Cholo Abel a viajar por Cajamarca y tocar con diferentes grupos de música popular. En este proceso él mismo contó lo siguiente: “el primer desafío fue encontrar un referente estilístico que sirva de ejemplo. En Cajamarca hay muy buenos guitarristas, existe un maestro que toca muy bien, hace música de Cajamarca, pero con un estilo muy personal porque interpreta la música cajamarquina con recursos técnicos de la música de Ayacucho. No se podría llamar un estilo de guitarra tradicional cajamarquina propiamente, no es un referente. Entonces, allí empezó la búsqueda”, explicaba nuestro Cholo Abel.[1].
Asimismo, otra de las dificultades que nuestro Cholo Abel contó sobre la recepción de este libro -hito en la historia musical cajamarquina- es que al ser un libro de partituras estaba dirigido a un público selecto y tal vez minoritario, frente a ello con profunda ilusión y emoción nuestro Cholo Abel señalaba lo siguiente: “es un documento que va a perennizar el estilo de la guitarra cajamarquina, de aquí en adelante ojalá salgan más y ojalá salga uno que me refute, que me diga ‘tú has hecho acá mal, yo he hecho esto”, mientras haya más, genial. Este es un primer trabajo que va a servir de base porque está muy cuidado, y lo más importante, lo cual yo tomé como premisa, respeta las características técnicas y melódicas propias de la música de Cajamarca”, resaltaba nuestro Cholo Abel.
Además, es importante subrayar que el respeto que nuestro Cholo Abel tenía por la música cajamarquina era tal que siempre trató de que los compases fueran exactos y conformes a la obra original. Sobre este punto, él mismo comentó lo siguiente: “he respetado la tonalidad de la obra original hasta donde he podido, por ejemplo en la cashua ‘Flor de verbena’ de Los Reales de Cajamarca, la versión original está en re menor, entonces yo tuve que afinar la guitarra de una manera especial para poder tocarla en esa afinación. Además, al final de la fuga hay un silencio -que parece que se equivocaron- y yo lo he reproducido eso también”, puntualizaba nuestro Cholo Abel.
La trascendencia
Nuestro Cholo Abel ha partido a la eternidad. Fue llamado al lado de nuestro Hacedor. Sin embargo, hoy también inicia su historia pues las generaciones venideras de músicos seguramente sabrán que en las primeras décadas del siglo XXI hubo un músico cajamarquino, Abel Velásquez Zavaleta, a quienes sus amigos llamaban cariñosamente el Cholo Abel, que plantó con sus discos “Pajarillo Cautivo” (2009) y “Guitarra Cajamarquina de Concierto” (2017), unas semillas en el aún poco poblado edén de la guitarra peruana solista universal, como alguna vez dijera Odony Marcos Orozco Cáceres, marcando un norte a seguir para quienes con su mismo amor y respeto por la música peruana (sobre todo, cajamarquina), se animen a continuar el camino que él fatídicamente dejó de recorrer un 18 de noviembre de 2024.
Cierro esta columna, con unas palabras estrictamente personales para ti, mi querido Cholo Abel: “Los hombres no mueren mientras sus nombres y sus obras sigan siendo recordados por quienes los amaron, respetaron y admiraron”. Pierde cuidado, querido amigo, acá nos quedamos quienes te amamos, respetamos y admiramos. Ten por seguro que te vamos a seguir extrañando y llorando, cada vez que escuchemos algún huayno, cashua o yaraví que nos haga recordarte con tu guitarra entre los brazos.
Hasta siempre querido Cholo Abel, acá te dejo un pedacito de ese huayno que siempre me hiciste el honor de tocar para mí cada vez que te lo pedía:
¡Ay, llorando, llorando nomás estás!
¡Ay, no llores, no llores porque me voy!
¡Ay, llorando, llorando nomás estás!
¡Ay, no llores, no llores porque me voy!
[1] Díaz Oré, Jinet Ambar y Rivas Chaparro, Dennis César. “Abel Velásquez. Un aporte a la guitarra cajamarquina”. Artículo publicado en Crónica, el viernes 14 de julio de 2017.